Dieta Genética vs. Dietas Genéricas

Dieta Genética vs. Dietas Genéricas

por Aleix Marcó

La genética nos ayuda a explicar qué es lo que nos hace únicos como individuos, por qué tenemos rasgos en común con los miembros de nuestra familia o también cuál es nuestro riesgo de padecer algunas enfermedades.

Por ejemplo, podemos analizar nuestros genes para detectar una alta predisposición a sufrir diabetes de tipo 2 o para descubrir que somos intolerantes a la cafeína, con el riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares si seguimos tomando café ritualmente.

Con esta información, podemos plantear nuestra nutrición a largo plazo, parte de un estilo de vida en el que cuidamos nuestra salud de forma preventiva, como un satélite que lanzamos hacia el espacio y del cuál queremos que no se desvíe ni un milímetro para llegar cuanto más lejos mejor explorando la galaxia. Ése debería ser el espíritu, aunque la realidad de la nutrición humana sea incluso más compleja y nuestra longevidad limitada.

Tanto si partimos de un peso saludable, como si tenemos algo de sobrepeso o incluso obesidad, comprender nuestra herencia genética es el primer paso para definir una estrategia de nutrición personalizada, conseguir un buen estilo de vida y mantenernos sanos por más tiempo, intentando evitar que se acaben desarrollando nuestros riesgos genéticos.

Si por tu parte ya has intentado seguir una dieta saludable muchas veces y no has conseguido resultados visibles o te has encontrado con dietas contradictorias, comprenderás mejor por qué es tan importante definir un plan personalizado.

La genética por ejemplo explica entre el 40% y el 70% de nuestro sobrepeso (Fuente: Fagron Genomics)

El control correcto de una dieta no depende solo del ADN; sin embargo, ahora sabemos que la genética tiene un impacto muy importante en la forma en que cada persona responde a cada dieta.

 

Dietas Genéricas

¿Y las pirámides nutricionales?

Periódicamente se promueven dietas saludables orientadas a una amplia mayoría de ciudadanos. Desde las Dietary Guidelines for Americans (que ya hace años que se basan en el plato de Harvard) hasta la promoción de la Dieta Mediterránea en España. Éstas “dietas genéricas” son esfuerzos necesarios, pero a menudo insuficientes tanto a nivel colectivo (la obesidad sigue subiendo en España) como individual, porque no sirven por igual para todas las personas.

Al no conseguir los resultados esperados en salud, peso, energía o defensas, muchas personas se plantean planes dietéticos alternativos, novedosos e incluso radicales: dietas veganas o vegetarianas, dietas paleo, dietas low carb, dietas keto...

Entre todas las dietas alternativas propuestas, hay algunas que cuentan con años de implantación y sus efectos empiezan a ser conocidos. Es el caso de las dietas veganas y vegetarianas (ahora llamadas dietas plant-based) o de dietas propias del ámbito médico que se han popularizado a pesar de ser muy restrictivas, como es el caso de la dieta keto o cetogénica con todas sus variantes, las dietas bajas en carbohidratos.

Sin entrar en todas las derivadas de seguir mal una dieta vegana o una keto (o incluso de seguirlas correctamente), todas estas dietas alternativas y otras mal llamadas ‘dietas personalizadas’ sin la supervisión de un profesional, son al fin y al cabo dietas genéricas, una especie de “café para todos”, que compiten en ese extraño ranking por ser la dieta más sana o la más adecuada posible, aunque defiendan posturas totalmente incompatibles, generando confusión y frustración:

- Los “veganos” apuntan a no alimentarnos con proteína animal, y si no somos muy estrictos, es fácil tener problemas por falta de proteínas. Se han identificado también problemas de envejecimiento prematuro (especialmente los que han ingerido muchos hidratos de carbono refinados).

- Los “paleos” apuntan a que no debemos ingerir nada posterior a la revolución agrícola, pero ignorando los cereales es posible tener problemas de carencia de vitaminas del grupo B y abusando de la proteína animal (aunque sea “de caza”) podemos tener problemas de microbiota o problemas renales.

- Los “ketos” o “low carb” apuntan a que el gran mal son los hidratos de carbono y que la verdad absoluta está en las grasas, y a pesar de que son comedidos con la proteína animal (corrigen el error de los “paleo”), no solucionan el problema de no ingerir suficientes cereales y legumbres, además de poder generar problemas de colesterol y triglicéridos.

Si has leído algún libro de este tipo habrás visto que las dietas alternativas promueven habitualmente una única solución, fácil y válida para cualquier persona que quiera seguirlas y que normalmente se resume en un “estilo de vida”.

Podemos entender las razones éticas o morales detrás de una dieta vegana o vegetariana - y hay que respetar y agradecer a este movimiento la profunda reflexión que han hecho sobre nuestra alimentación - pero no es una dieta para todos los públicos ni debería ser en ningún caso “una moda”. Lo mismo para las dietas paleo, keto, low carb, o la ketovegana, que parece que es la última “tendencia”...

Por otra parte, es cierto que el debate en sí es bueno, y las visiones más extremas como la revolución Paleo nos han ayudado a acabar de poner el foco en el problema de los alimentos procesados y ultraprocesados (que entre otros efectos, reducen la longitud de nuestros telómeros), o que gracias al movimiento Keto más personas han aprendido los beneficios de los “ayunos intermitentes”.

Pero aunque estas fórmulas puedan conseguir una mejora temporal de la salud (energía, bienestar) o una pérdida rápida de peso puntual (con la keto hay una reducción de peso y volumen inmediata gracias a la pérdida de líquido corporal), es importante entender que no son dietas beneficiosas si no están alineadas con nuestra genética o no van acompañadas de una reducción efectiva en la cantidad de grasa corporal ya que, en poco tiempo, el peso perdido se acabará recuperando.

Como dietas no personalizadas y no equilibradas (a menudo restrictivas e incompletas), es necesario recordar que pueden producir fácilmente cansancio, indisposición y un aumento del riesgo de padecer enfermedades hepáticas y renales.

Todas estas dietas genéricas alternativas tienen en común dos características:

- Han intentado sin éxito promover fórmulas simples para toda la población, como las dietas genéricas periódicamente propuestas por las administraciones.

- Son a menudo dietas restrictivas que no aportan los nutrientes necesarios para el cuerpo y pueden acabar conduciendo a deficiencias nutricionales.


Dieta Genética o Nutrición Personalizada en base a la genética

La realidad de la nutrición humana es bastante más compleja y requiere soluciones mucho más avanzadas, pero afortunadamente la nutrigenómica y la nutrigenética han dado grandes pasos las últimas dos décadas.

Los estudios nutrigenéticos, con el foco puesto en la reacción a los alimentos según nuestra genética, se proponen resolver esta gran batalla sobre la alimentación saludable con una estrategia totalmente opuesta a la de las dietas alternativas: cuidar nuestra salud a partir de la prevención con una nutrición personalizada.

Partiendo de nuestras particularidades genéticas individuales, detectadas gracias a los polimorfismos (las mutaciones más comunes entre la población), la nutrigenética nos lleva a definir la “dieta genética”, pero no como una pauta alimentaria concreta, sino más bien como un método con tres características y un objetivo:

- Una dieta personalizada basada en los genes de cada persona y sobretodo, en su estilo de vida incluyendo el resto de factores epigenéticos (ejercicio, sueño, estrés, contaminación...) que pueden tener un impacto tan importante o más que la predisposición genética

- Una dieta sostenible en el tiempo, que no sea sólo una solución cortoplacistas o temporal. Sin esfuerzos, sin sprints ni récords de pérdida de peso en semanas.

- Una dieta equilibrada, completa, sin riesgo de deficiencias nutricionales, en todo caso adaptando la alimentación a las distintas intolerancias, paladares y eficacias metabólicas, pero sin renunciar a ningún micronutriente (¡o macronutriente!) por definición.

Y un objetivo: vivir más y mejor, con el foco puesto en la longevidad, retrasando e incluso evitando enfermedades autoinmunes (diabetes de tipo 2, problemas cardiovasculares, sobrepeso, hipertensión...), pero no para desarrollar músculo a corto plazo, ni perder peso rápidamente.

La “dieta genética” es en definitiva un paso más hacia un futuro basado en la “nutrición de precisión” que incluirá datos de nuestro historial médico, de nuestro estilo de vida (con todos los factores epigenéticos incluidos), de nuestras características genéticas, de nuestra microbiota y de análisis de sangre para definir la mejor alimentación posible para cada persona.

Resumiendo,

¿Son la “dieta genética” o la "nutrición personalizada" modas pasajeras?

No, ni deberían serlo.

¿Están aquí para quedarse?

Sí. La Ciencia seguirá progresando y mejorando en la dirección de la "nutrición personalizada" para combatir las enfermedades autoinmunes.

¿Es para todas las personas?

Sí, si se quiere enfocar la salud desde la nutrición, el estilo de vida y la prevención.

De hecho, lo extraño sería que en pocos años no estuviéramos haciendo estudios nutrigenéticos a los recién nacidos para saber cuál debería ser su patrón de alimentación.

¿Seguir una “dieta genética” nos ayuda a prever nuestros problemas de salud?

No todos, porque hay otros factores, como la contaminación, el ejercicio físico, el sueño y la ausencia de estrés que tienen también una alta incidencia en nuestra salud, pero sí podremos anticiparnos cada vez a más riesgos previamente detectados, y sabemos además que este es el camino a seguir.

La clave está en la combinación de la alimentación y nuestro estilo de vida, que incluye el resto de factores epigenéticos en conjunto.

En caso de tener alguna condición o enfermedad, recomendamos siempre consultar con un nutricionista o especialista médico antes de hacer cambios radicales en la alimentación personal.